22/10/15

Neurología y psiquiatría de la mente [22-10-15]


Neurología y psiquiatría de la mente

Unas partes del cerebro controlan el lenguaje, la memoria y el razonamiento lógico, y otras modulan la conducta social, alimentaria y sexual, o las emociones y el estado de ánimo.         

Algunas personas sufren un desarrollo mental incompleto, mientras que, en otras, las facultades intelectuales se perturban después de haber madurado (demencia). En 1818, el psiquiatra Jean-Étienne Esquirol dijo que la persona que se demencia es como un rico que pierde sus bienes, mientras que el retrasado ha permanecido siempre en la miseria. Actualmente conocemos más de cien causas de demencia y disponemos de técnicas para detectarlas (resonancia magnética, PET, análisis genéticos, marcadores en el líquido cefalorraquídeo, etc.) Estas son las armas del neurólogo.

Otras personas, por infortunio en la dotación genética, experimentan durante la vida pensamientos extraños y alteraciones de la percepción, de modo que los estímulos del entorno generan en su mente una realidad diferente a la que producen en los demás.  En otros casos, el humor sufre grandes altibajos, sin que algún acontecimiento los justifique.

Estos trastornos cambian el comportamiento e inducen desazón en el enfermo y en quienes se relacionan con ellos. Para diagnosticar muchas de estas situaciones no existen pruebas confirmatorias. La pericia del psiquiatra, que maneja criterios internacionales basados en las manifestaciones clínicas, conduce al diagnóstico y permite establecer el tratamiento apropiado.  

Siglos atrás preocupaba más la locura que la demencia, porque ésta afecta sobre todo a personas de edad avanzada y la esperanza de vida era muy corta. Desde finales del siglo XVIII, la demencia empezó a cobrar interés.

A lo largo del XIX y primera mitad del XX se describieron múltiples causas (enfermedad de Alzheimer, de Pick, de Huntington, de Creutzfeldt-Jakob, demencia por pelagra, sífilis, tumor y un largo etcétera) y desde los años 70 se han desarrollado técnicas para diagnosticarlas.

En el siglo XX, la explosión de descubrimientos médicos indujo la división de la neuropsiquiatría en dos ramas, para poder abordar con rigor los trastornos psíquicos, que generalmente no se confirman con técnicas,  y los neurológicos, con mayor posibilidad de demostrarse con pruebas. En cuanto a las demencias, al surgir conocimientos sobre lo que acontece a nivel molecular y pruebas de diagnóstico, se fueron desplazando de la psiquiatría a la neurología.

Siguiendo esa línea, la investigación va dejando al descubierto las entrañas de todos los trastornos mentales. Por este motivo, evolucionamos hacia una “medicina de la mente”, en la que unos expertos tratarán todo lo que perturbe el equilibrio del pensamiento, la afectividad, la conducta, la percepción y cualquier otro elemento de la inteligencia. La neurociencia volverá a fusionar a neurólogos y psiquiatras. A la vez, el incremento de conocimientos y de técnicas de diagnóstico induce la aparición de nuevas subespecialidades.

La infraestructura asistencial debe reprogramarse al ritmo que imponen los descubrimientos. El cambio es imparable, como la vida misma. Esperemos que para bien.

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